Segundo calificador

5 min readSep 14, 2020

Me encontraba cursando el último semestre de ingeniería informática. La verdad no es que yo fuera el mejor de los estudiantes, pero tampoco el más malo, por lo que me estaba demorando un año más de lo planeado, cosa que es casi normal. En las últimas materias que estaba viendo se encontraba una que no servía para absolutamente nada, pero cuando digo “nada” es NADA. Se llamaba “teoría de lenguajes” y era tan poco necesaria que pude pasar toda la carrera universitaria sin verla.

Aparte de que no servía pa’ nada, era maluca como ella sola y para empeorar el tema, solamente la daba un solo docente. En otras palabras, si me quería graduar tenía que aguantarme un semestre de clase con ese tipo que a mi concepto fue catalogado como el peor profesor que he tenido la oportunidad de conocer. Aparte pues que no enseñaba nada, calificaba como le daba la gana, pero bueno, la idea era pasar lo más desapercibido posible para que no me jodiera mucho la existencia.

Justo dio la casualidad de que uno de los compañeros con el que estaba cursando dicha materia era Arturo, mi amigo de toda la vida, por lo que me animé a hacer todos los trabajos con él. Digamos que todo iba muy bien, porque el “docente” este ya había calificado casi el 50% de la asignatura y todo iba sin inconvenientes.

Un día, sin previo aviso el profesor faltó a algunas clases, por lo que mandó un taller con varios puntos para ser resuelto en parejas y pa’ acabar de ajustar desde la comodidad de la casa. Por lo que tuvimos todo el tiempo para consultar. Con solo decirles que hasta lo hicimos en un programa llamado “Calchalero” especial para la solución de máquinas autómatas, así que no había pierde.

Una vez entregado el trabajo se nos informó que tenía un 25% de valor de la materia, por lo cual quedamos completamente confiados que ya no teníamos prácticamente que volver a clase. Pero como dice la canción “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. A los pocos días regresó el profesor de su incapacidad con la calificación de los trabajos.

En este punto me gustaría abrir un pequeño paréntesis para contarles cómo se califica en la universidad. Las notas van de 0 a 5, siendo la nota mínima de aprobación 3.0.

Continuando con la historia, nos entregaron el trabajo calificado con 0.0. Ósea que estaba completamente malo todo lo que habíamos hecho, pero lo extraño es que el “profesor” no nos daba en ningún momento razones del porqué, tampoco resolvió el ejercicio en clase ni aceptó reclamos. Su única respuesta era “tranquilo joven que el otro año cuando repita la materia va a aprender cómo se hace”.

La verdad yo no me iba a quedar con esa. Menos sabiendo que ya terminaba materias. Por lo que tomé todas las evidencias necesarias y solicité segundo calificador. El cual es una instancia que se puede acceder cuando uno no está de acuerdo con la nota impuesta por un docente. También es tan poco común que sea solicitado que en la misma facultad no tenían claro el proceso, por lo que me pidieron de manera muy formal que me acercara al siguiente día para contar mi caso.

Efectivamente eso hice. Fui, hablé con el decano y este me explicó lo que iba a suceder: “Mire joven, yo creo que es primera vez en mucho tiempo que nos piden segundo calificador, lo extraño es que la última vez que sucedió también fue con el mismo docente, cosa bastante particular. Lo que va a pasar es que su taller lo van a revisar dos profesores por separado, lo van a calificar y posteriormente se van a promediar esas notas. Le tengo que aclarar de una vez que la calificación de esta instancia es irrevocable, por lo cual mi recomendación es que debe estar muy seguro de lo que va a enviar”.

Tranquilamente le entregué todos los papeles y me fui justo para la clase de teoría de lenguajes que era a esa misma hora. Entré al salón cinco minutos tarde, por lo que el profesor aprovechó para hacer el comentario “joven, me imagino que llegó tarde porque cree que el segundo calificador le va a ayudar a ganar la materia”, no sé porque el profesor como que no me tenia mucho aprecio, pero para encender más la hoguera le respondí “tranquilo profe, yo no necesito ayuda en algo que yo sé que tengo razón”.

Ya la pelea estaba casada, si el segundo calificador no me subía la nota, me tocaba repetir la materia, aplazar los grados otro semestre y rogar para que este tipo me dejara terminar materias algún día. Pero ah, yo creo que uno debe pelear por lo que cree justo.

Se demoró una semana en llegar la respuesta de la decanatura donde la nota de 0 (cero) había pasado a cuatro punto siete (4.7), ósea que uno de los calificadores le había puesto cinco (5) y el otro cuatro punto cinco (4.5). Todavía, varios años después, no me alcanzo a explicar como a un tipo de estos que pone notas a los alumnos “porque si” o “porque le dio la gana” o “porque me cae bien” siga dictando clase. La verdad fue una sorpresa grandísima para mi compañero y para mí.

Lo mejor de todo es que recibimos la autorización por parte de la decanatura de informarle al profesor, cosa que hice con todo el gusto apenas pude. Haber visto la cara de sorpresa de este tipo cuando supo que por orden de sus superiores debía cambiarnos la nota, no me la hubiera perdido por nada del mundo.

Gracias a esa nota prácticamente habíamos ganado la materia. Ya no existía forma de dejarnos repitiendo y lo mejor de todo es que me pude graduar sin problemas. Después de terminar todo el inconveniente hice la debida labor de poner al tanto la decanatura de la situación para que hubiera la respectiva amonestación para ese docente, pero como todo en Colombia, nunca respondieron y sigue por ahí dictando clases.

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Julian Montoya
Julian Montoya

Written by Julian Montoya

Soy Julian Montoya, soy de Medellín – Colombia, Ingeniero de profesión, aventurero de corazón y fotógrafo por los laditos.

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