¿Pablo Escobar? Mas bien Pablo Campuzano

4 min readNov 9, 2020

Existen una serie de anécdotas donde aseguran que aparentemente el gran capo de la mafia Pablo Escobar era adoptado. Hoy nada está comprobado, pero aquí les dejo la historia para que cada uno juzgue si pudiera ser verídica.

En el municipio de La Unión — Antioquia, a unos diez kilómetros por carretera destapada existe una vereda llamada “El Guarango”, donde su escuelita fue una de las primeras construidas de la zona y ha estado funcionamiento desde hace más de ochenta años, por lo que casi todos los niños nacidos en ese paraje reciben su educación primaria allí. Como no existe más infraestructura que esa, los que tengan la posibilidad de continuar con el bachillerato, se ven obligados a seguir con sus estudios en el pueblo.

En la década de 1940 llegó una profesora llamada Ofelia Gaviria, de los Gaviria de Rionegro, bastante aristocráticos, lo que se podría decir “un excelente apellido”. Cabe resaltar que, por esa época, las mujeres ni siquiera tenían derecho al voto, tampoco estaba bien visto por parte de la sociedad machista que tuvieran trabajo, se suponía que las riendas del hogar debían ser llevadas por los hombres, así que ser maestra de escuela era el escalafón laboral más alto al que podía aspirar una muchacha en esos días. Esto demostraba también el poder económico de su familia porque no cualquiera llegaba a esos cargos y menos al nombramiento.

Ofelia era recordada por usar el canto y la danza como principal recurso al momento de dictar sus clases, tema que la hacía muy cercana a sus alumnos porque no les mandaba tanta tarea de matemáticas o español. Esto también era un indicador del carisma de la nueva profe, que aparte de ser una persona extrovertida, animada y jovial, era físicamente muy linda, para acabar de ajustar, estaba soltera. Prácticamente la nueva docente era la mujer más codiciada por todos los hombres de la vereda.

Por esa época, Juan Pablo Campuzano, el progenitor de la familia Campuzano del oriente antioqueño, estaba recién viudo, cosa que lo hacía “legalmente” un posible pretendiente para Ofelia y este señor ni corto ni perezoso empezó a arrastrarle el ala a la profe.

Cualquier día Ofelia dejó la escuela sin previo aviso dejando a los niños muy tristes porque hasta ese momento había sido la mejor profesora que habían tenido. No fue sino unas semanas más tarde que le llegó una carta a Juan Pablo, que, palabras más, palabras menos decía algo así:

“Espero que este dispuesto a responder por lo que hicimos. Atentamente: Ofelia Gaviria”. La profesora se había tenido que ir porque estaba en embarazo.

Lo grave realmente de todo esto es que en esa época una mujer era considerada una deshonra para la familia si tenía hijos sin estar casada. Mas aun siendo maestra y de una familia reconocida, eso prácticamente no tenía perdón de Dios, cosa que le daba hasta retiro del magisterio. Así que la única salida que le quedó a Ofelia fue irse para la casa de sus padres a contarles lo sucedido para poder de alguna manera con la ayuda de ellos pudieran de pronto “salvar el honor de su familia”.

Acto seguido tomaron las siguientes determinaciones: primero obligaron a Ofelia a renunciar al magisterio antes de que se llegara a conocer alguna noticia. Después la mandaron para Cartagena de Indias a una institución de monjas donde recibían a las mujeres solteras que quedaban en embarazo. Las monjas se encargaban del cuidado durante toda la gestación y al final, cuando la señora daba a luz se podía llevar al recién nacido o estaba la posibilidad de dejarlo en adopción. Obvio esto solo era para las familias que pudieran pagar los “cuidados especiales” de tan prestigiosa institución.

Para que nadie sospechara de la ida de la exprofesora a Cartagena, se aseguraron de que en el periódico apareciera en primera página “La señorita Ofelia Gaviria se va de vacaciones a Estados Unidos”. Siendo algo muy inusual por esos días, era bien visto por la crema y nata de la sociedad anunciar cuando sus hijos salían del país. De esta manera nadie se enteraba de lo sucedido y por ahí derecho quedaban bien delante de las familias aristocráticas, prácticamente mataban dos pájaros de un solo tiro.

Ofelia solo puso una condición. Ella aceptaba todos los designios de su familia sin ningún problema, siempre y cuando, en caso de que la criatura que naciera fuera varón, lo llamaran igual que su padre “Juan Pablo”.

Ahora quedaba otro inconveniente. No se podía dejar a un hijo de la familia Gaviria en adopción, eso también era inconcebible para los padres de Ofelia. Pero daba la casualidad de que Hermilda Gaviria, la hija mayor, ya se encontraba casada, por lo que quedaba como la candidata para ser la madre adoptiva de la criatura que venía en camino. Hermilda si estaba completamente facultada para tener hijos gracias a su matrimonio.

Las instrucciones fueron claras, Hermilda y su marido les quedaba rotundamente prohibido tener hijos hasta que pasara la “coyuntura”, también les tocaba empezar a dramatizar un embarazo, por lo que la señora empezó a engordar una barriga de trapo para que los vecinos pensaran que en pocos meses iba a dar a luz. Mandato que se siguió al pie de la letra sin replica.

Nueve meses después Ofelia tuvo a un niño en Cartagena, suceso que desencadeno la minuciosa operación familiar. Anunciaron en el periódico “Hermilda Escobar y su marido acaban de tener un hermoso bebe”. Casi al mismo tiempo que salían con la señora a punto de dar a luz para el hospital, para que fuera totalmente creíble la obra de teatro que habían montado. Siendo registrado el recién nacido a nombre de sus nuevos padres con el nombre de Pablo Emilio.

De esta manera se respetaba el designio de su madre con respecto al nombre del niño.

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Julian Montoya
Julian Montoya

Written by Julian Montoya

Soy Julian Montoya, soy de Medellín – Colombia, Ingeniero de profesión, aventurero de corazón y fotógrafo por los laditos.

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